El pasado 2008 y con motivo del X Aniversario de su Fundación, la Asociación de Coros y Danzas Nuestra Señora del Prado organizaba y presentaba ante cientos de ciudarraleños el espectáculo músico-teatral "De la Siega a la Vendimia".
Este espectáculo pretende representar parte del Cancionero Popular Manchego a través de la VIDA EN EL CAMPO durante el mes que transcurre desde la siega hasta la vendimia, pasando por tradiciones y festejos populares que en ese periodo de tiempo se festejaban, después de las duras jornadas de trabajo que mozos y mozas realizaban en las QUINTERÍAS manchegas.
El elemento desencadenante que da origen a esta escenografía es la siguiente copla:
“DE LA SIEGA A LA VENDIMIA
SOLO PASA UN MES
SI A MÍ ME SALE UN NOVIO
TIE QUE SER ANTES,
LO MISMO DA JUÁN
QUE PEDRO O SI ES NICOLÁS
EN LLEVANDO CALZONES
A MÍ ME DA IGUAL”
Se alza el sol sobre el cielo de los campos de la Mancha. Los gañanes, pastores, campesinos y mayorales se ponen manos a la obra en las quinterías, alegrándose la labor con todo tipo de coplas, danzas, dimes y diretes, mientras la hoz afilada recorta los dorados trigales. Las mozas coquetean y cantan de una manera socarrona, espontánea y por que no, picardeada, mientras los mozos del campo, recios como robles, se lanzan a bailar seguidillas, fandangos y jotas, mientras el ocaso los tiñe de naranja, abandonando la labor hasta la jornada siguiente.
La jornada ha terminado, y es hora de regresar al pueblo. Sin embargo, las coplas no paran de salir de la garganta de los mozos, cual avispas esperan para salir de su avispero, y aunque el cansancio pesa, el sol no los abandona sin escuchar antes unos versos bien cantados y unas jotas igual bailadas.
El pueblo esta dormido y aún no ha cantado el gallo, cuando las mozas preparan y engalanan con ahínco y destreza los portones y callejuelas. El trabajo da paso a la fiesta y la algarabía y no queda un momento del día que no se llene de cantares, se celebre una ofrenda o se felicite a unos recién casados. Cae la noche y el pueblo descansa. Les espera otra jornada, allí en la quintería.
A pasado apenas un mes, y el amarillo anaranjado de los vastos trigales a dado paso al verde y tinto de las viñas manchegas. Los mozos y mozas, esta vez cuidadores de las uvas del vino de Castilla, tratan con esmero los racimos, mientras en un periquete sacan coplas cuando le vienen en gana a la mujer al trabajo y a la vida en sus diversas manifestaciones. La rondalla es sustituida por todo tipo de utensilios y solo queda la danza para que comience la algarabía manchega. Viva La Mancha y olé, florida y llana.
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